lunes, noviembre 07, 2005

La Argentina esta condenada al exito

La expresión que titula esta nota pertenece a Helio Jaguaribe, el distinguido pensador social brasileño. La pronunció, por primera vez, a mediados del siglo pasado. Se trata, en parte, de una expresión de deseos, porque el autor tiene una antigua y fraternal relación con colegas argentinos y conoce el país y su gente, a lo largo y ancho del territorio nacional. Pero no es una frase infundada. Se sostiene sobre las evidencias del potencial de recursos humanos y materiales de la Argentina y la riqueza de su cultura.A lo largo de los años, aun en los momentos más amargos, Jaguaribe siguió insistiendo en su confianza en nuestro país. Tal vez ahora estamos iniciando un nuevo rumbo que puede darle, finalmente, la razón a la predicción de nuestro amigo.En el plano político, la democracia argentina y sus instituciones resistieron el impacto de los acontecimientos de 2001/02. Soportó las consecuencias de la debacle económica y social, la acefalía del Poder Ejecutivo y la disputa por el poder dentro el oficialismo. A pesar de todo, la democracia funcionó. Elegimos las nuevas autoridades en paz dentro de los términos constitucionales.Respecto de la economía, su comportamiento reciente es, en verdad, notable. En los meses transcurridos desde el segundo trimestre de 2002 hasta la actualidad, el PBI creció mas del 30%, el producto industrial más del 50%, con la creación 2.5 millones de puestos de trabajo y una rebaja sensible del desempleo. Los indicadores sociales revirtieron la tendencia previa al continuo deterioro, en un contexto de moderado aumento del nivel general de precios. Estos hechos prometen no ser efímeros, porque se sustentan en la creación de excedentes en el Presupuesto y el balance del comercio internacional, que han permitido pagar deuda por cerca de u$s 15 mil millones de dólares, aumentar las reservas internacionales del Banco Central en otro tanto y casi duplicar la inversión hasta su actual nivel, del orden del 20% del PBI. Todo con recursos propios. El país está demostrando a sí mismo y el resto del mundo, que, en cuanto las reglas del juego son favorables a la producción y el trabajo, el sistema responde con aumentos notables de la oferta de bienes y servicios. Es una buena base para enfrentar la agenda de problemas pendientes que es, en verdad, inmensa. Incluye la existencia de una todavía elevada tasa de desempleo y fracturas en el mercado de trabajo y, consecuentemente, niveles de pobreza y desigualdad en la distribución del ingreso, inaceptables en una economía del potencial de la argentina. La equidad, requiere, como condición necesaria, un ritmo de crecimiento sostenido, del orden del 6% anual y una tasa de inversión del 25% del PBI, metas alcanzables si se considera que la tasa de ahorro interno alcanza actualmente el 26%. Son todos objetivos realizables si se compatibilizan las políticas de ahorro interno y ritmo de desendeudamiento externo y, sobre todo, consolida un escenario, institucional y macroeconómico, según el cual, el lugar más rentable y seguro para invertir el talento y ahorro disponibles sea la Argentina misma. Las tendencias actualmente prevalecientes en el mercado mundial son favorables a los mismos fines. Los precios, después del ajuste inicial post devaluación, registran un comportamiento estable, y se recuperó el comando del presupuesto, la moneda y los pagos internacionales. Aislada del mercado financiero internacional, la economía argentina acumuló excedentes propios para recuperarse y, al mismo tiempo, pagar deuda y acumular reservas internacionales.La tasa de inversión que alcanza actualmente el 21% del PBI, frente al 12%, es insuficiente para reponer las amortizaciones del stock de capital productivo, registrado a principios de 2002. En algunos sectores, como la industria automotriz, subsisten márgenes considerables de capacidad ociosa; pero en otros, como metales básicos, refinación de petróleo y electricidad, se está llegando al límite de empleo de la capacidad productiva. El hecho que, en varios sectores, la producción haya crecido más que la disminución de los márgenes de capacidad ociosa, confirma que se han registrado nuevas inversiones y ampliación de capacidad productiva existente.Sobre estas bases culminó satisfactoriamente el canje de la deuda en default, lo que mejoró los indicadores de endeudamiento. La relación stock de la deuda pública/PBI declinó del 113% en diciembre de 2001 al 72% en la actualidad; la de intereses de la deuda/exportaciones del 38% al 9%; y la de intereses/recursos tributarios del 22% al 10%. El nivel de endeudamiento sigue siendo alto, pero manejable si la economía crece, como es posible. Como se registra un superávit del presupuesto y del balance de pagos, y la economía se está autofinanciando con recursos propios, el riesgo país es un dato irrelevante en el comportamiento actual del sistema y las expectativas de los mercados. En cualquier caso, el rendimiento al que se transan actualmente los papeles de deuda soberana argentina, revelan un riesgo país comparable al de Brasil.También cambió la relación con el FMI, que ha dejado de ser una cuestión de primera prioridad en la agenda económica argentina. Ninguna de las hipótesis de resolución de las negociaciones pendientes con el FMI, que excluyen condicionalidades incompatibles con la recuperación y crecimiento, es, a esta altura, determinante para la evolución de la economía argentina. Aun cuando los principales indicadores sociales están registrando una recuperación progresiva, subsisten problemas fundamentales, tales como la alta tasa de desempleo, la pobreza y la exagerada desigualdad en la distribución del ingreso. Pero el país está recuperando el comando de su propio destino, que es una condición necesaria para erradicar los problemas sociales y elevar el empleo y la calidad de vida. .La Argentina está demostrando, a otros y a sí misma, que cuenta con los recursos necesarios para ponerse de pie por sus propios medios y establecer una relación viable no subordinada con el resto del mundo. Probablemente, Jaguaribe tiene, en definitiva, razón.

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